Traigo notas puestas
en un rostro arrugado por el tiempo,
de victorias putrefactas,
de conquistas en manteles rotos.
Denostado y abatido.
Injuriado, me he enfrentado a una batalla sin luces
y sigo combatiendo extraviado.
¿Cómo es que canto todavía ?
Solo me guío por la luz de vuestro espíritu,
o la rechazo de una forma involuntaria,
para amaros en mi palacio de cristal vacío,
buscando un oasis de canciones nuevas,
aunque sus desiertos de arenales en derredor
maltraten y martiricen los huertos de mi alma.
Pongo notas al cantor,
en la desnudez de un cuerpo sosegado,
porque quiero derrotarme y despojarme,
porque quiero liberarme en un punto infinito,
porque quiero cantar al mundo
notas deseosas de belenes nuevos.
Puede ser que este año lo consigamos.
¡Lo dudo !...
Encarnizados y abrazados al calor que emana de tus cosas.
Tropezados en caminos de mieles y manjares.
Volveremos a buscar paraísos en torres cerradas,
volveremos a combatir por la llave de la lujuria,
volveremos a desheredar a los malditos
y los malditos volverán a ser sumisos.
Ajeno mi amor del tuyo,
cantaremos victorias en la frialdad de lo inservible.
Atormentados y angustiados,
torturados, abatidos y maltrechos,
gritaremos sin cesar falsas felicidades,
disolviendo una copa de champaña
que humedecerá el aliento de los días venideros :
noches con luna ciega.
Cegados se besarán las dos partes
y los amantes ya no cantarán.
Antes que oscurezca.
En silencio.
Sin pensarlo.
Sucederán otras Navidades
y fluirá el rocío de la sinceridad para ser fértiles.
Se esparcirá el polvo fecundo de la esperanza
y preñará a los amantes con las notas de la ilusión.
Se besarán en la boca
y cambiarán el flujo de la vida para el entendimiento.
Y así, y con todo,
podremos caminar hacia el interior
para habitar el pesebre vacío,
y moraremos como niños
cantando,
arrullados en la cuna de símbolos verdaderos.
A. Mugarba